La cultura del pan belga podría ser reconocida como Patrimonio Cultural Inmaterial? La Federatie van Grote Bakkerijen van België -Federación de Grandes Panaderías de Bélgica- Esencial sostiene que está arraigado en la cultura flamenca y belga. Ellos se preguntan: ¿será nuestra cultura del pan reconocida como Patrimonio Cultural Inmaterial? El sector de la panadería flamenca presentará a principios del próximo mes de abril la solicitud para obtener este título oficial. Las demás regiones seguirán su ejemplo. En Flandes y Bélgica el pan se elabora desde hace siglos. Tanto el producto como el proceso han sufrido una completa evolución: hasta el siglo XX, el pan se horneaba en casa o por las mujeres en el horno del pueblo, más tarde lo elaboraban los panaderos profesionales de la esquina. Desde el siglo XIX, el proceso de elaboración del pan se ha ido industrializando progresivamente.
Hoy en día, en Flandes todavía hay aproximadamente 2.500 panaderos independientes locales y docenas de panaderías más grandes e industriales. En Belgica el pan está en todas partes: en la panadería, en la escuela, en el comedor, en el restaurante y en el supermercado. El pan es testigo tanto de lo cotidiano como de los momentos claves de la vida. El idioma también está plagado de expresiones que contienen la palabra pan.
PATRIMONIO CULTURAL INMATERIAL
En resumen, en Flandes y Bélgica existe una rica cultura del pan y se debem valorar. El título honorífico de «patrimonio cultural inmaterial» se refiere a las tradiciones, conocimientos y prácticas vivos que se transmiten de generación en generación. El objetivo es preservar y transmitir las tradiciones para que no se pierdan. Además, el pan conecta y une a las personas. En ese sentido también tiene relevancia cultural y social.
UNA CULTURA DEL PAN VIBRANTE
La variedad de pan ha experimentado un gran desarrollo: en la Edad Media solo se podía elegir entre unos pocos tipos de pan, hoy en día la variedad de tipos de pan en Flandes y Bélgica es enorme. El pan se presenta en innumerables formas y sabores: desde el clásico blanco, integral y marrón hasta el multigrano y especial, desde panes basados en granos locales hasta los «recién llegados» establecidos como los panes planos y el pan turco. Tanto los panaderos caseros como los panaderos y los amantes de la gastronomía de alta gama mantienen vivas las tradiciones e impulsan la innovación. Todos estos diferentes tipos de pan están hechos con mucho amor y experiencia. Esto también es cultura del pan.
Es un arte. Hornear pan es una habilidad en sí misma, que requiere mucha intuición y conocimientos técnicos. El pan se elabora y se disfruta desde hace siglos. Esta artesanía todavía se mantiene e incluso está experimentando un verdadero resurgimiento. Lo demuestran los numerosos talleres de panadería y cursos de formación que organizan cada año diversas asociaciones socioculturales, instituciones educativas y patrimoniales y que son una prueba de que este oficio es patrimonio y sigue muy vivo. El pan es y seguirá siendo relevante en nuestra sociedad y en nuestra convivencia.